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Por eso dije: «Apartaos de mí;
    voy a llorar amargamente.
No insistáis en consolarme:
    ¡la hija de mi pueblo ha sido destruida!»

El Señor, el Señor Todopoderoso,
    ha decretado un día de pánico,
un día de humillación y desconcierto
    en el valle de la Visión,
un día para derribar muros
    y para clamar a las montañas.
Montado en sus carros de combate,
    Elam toma la aljaba;
    Quir muestra el escudo.

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